ESA
DERECHA FEROZ
La
derecha española se ha echado al monte, y por ahí anda emboscada, más aún, ajabalinada.
Están que trinan, aunque no sean precisamente trinos lo que sale de sus
gargantas. Su melodía se hace de imprecaciones y falsedades, de liar un
despropósito con otro. El tono es bronco, estridente y desacompasado el ritmo;
la letra, de ínfima calidad, por momentos tabernaria, se nutre de la
descalificación y no hace ascos al insulto. A tales efectos, lo mismo da que
quienes así se comportan asienten sus posaderas en el Congreso o pontifiquen
desde una tertulia televisiva. Entre las filas de los conservadores hispanos,
el paroxismo se ha vuelto transversal y todo desmán les parece escaso.
Abocaron al PSOE a pactar con Unidas Podemos
y Esquerra Republicana de Catalunya y luego… ¡los acusan de llegar a acuerdos!
Y sin concederles siquiera un respiro, se transmutan en agoreros y profetas del
mal. Con este Gobierno y esos apoyos, se disgregará España, se perderán 100.000
puestos de trabajo, saldrán del país los inversores… ¡Cielo santo! ¿Hay más?
Las desgracias nunca vienen solas: Con sus
socios, Sánchez, “un ultra”, pretende “atentar contra la legalidad, la
tolerancia, la propiedad privada, el libre mercado, la libertad individual y de
prensa”, Pablo Casado dixit, y no se
quedó ahí: “La democracia española ha tenido dos grandes enemigos: los
terroristas y los golpistas. Hoy les ha puesto nuestro futuro en sus manos, a
costa de desmembrar el Estado y liquidar el socialismo constitucional”.
Quisieron que la investidura no tuviera un
final feliz, y en ese empeño no escatimaron esfuerzos, por poco finos que
fueran. Se llamó a los barones del PSOE para que se rebelaran y a sus
congresistas para que votaran en contra de su propio candidato. El diputado de
“Teruel existe” denunció presiones y pintadas amenazantes para que no apoyase
al candidato a la presidencia del Gobierno. Se trató de sembrar la discordia con
Esquerra Republicana, maniobrando ante la Junta Electoral Central…
Y ya niegan al Gobierno pan y sal de cara al
futuro, incluso para la renovación de instituciones determinantes, como el
Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional o Radio
Televisión Española. Y es que el sentido de Estado de la derecha montaraz que
padecemos pasa por un axioma irrefutable: el Estado son ellos. Fuera de su
congregación, no existe sino la usurpación, la traición, la ilegitimidad.