MICRORRELATOS (VIII)
Suena a contradictorio, pero me gustan los desenlaces que son a un tiempo
previsibles e impredecibles. Surgen como piruetas inesperadas que, curiosamente,
una vez conocidos, nos parecen tan lógicos que casi no podrían ser otros. En
los microrrelatos, el componente sorpresivo es aún mayor: una sola frase
quiebra un argumento mínimo y le pone punto final.
El aire jugó un instante a ser viento y le arremolinó la falda. Al
levantar la vista, los ojos de la chica encontraron a los del muchacho que la
miraba. Era él quien se había puesto colorado.
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El cliente preguntó al camarero qué era el raxo, porque estaba en
Galicia y ese nombre bautizaba, en la carta, un plato. Al interpelado le
pareció que una imagen valía mil palabras: “Viene siendo esta parte de aquí”,
respondió, señalando, sobre su propio cuerpo, el lomo. El comensal en ciernes
pasó página apresuradamente. No era antropófago.
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Entreabrió los ojos a la luz y como si no, porque en torno sólo había
negrura. Dejó que transcurriera un tiempo para que llegara el día. No fue hasta
mucho después cuando se dio cuenta de
que la ceguera había entrado en sus pupilas.
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De un bocado, engulló la carnada el pez. Se cimbreó entonces violentamente
la caña, como si se entregara a una danza alocada que no obedeciera a norma
alguna. El pescador maldijo el hambre del animal, que en aquel momento
identificó con la gula. Le había arrebatado el dolce far niente en que se había
instalado.
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En busca de inspiración, un novelista leyó cuanto llegó a sus manos de
un crimen real y de autoría desconocida. Luego, se puso a escribir un thriller.
Resultó un relato verosímil, que fue muy
celebrado. Con lo que no contaba era que policías aficionados al género negro
se presentaran en su domicilio y trajeran una orden de arresto. ¡Era tan
convincente la trama que había urdido que venían a cerrar el caso!
Parece mentira la cantidad de cosas que se pueden expresar con una cuantas palabras bien escogidas y bien colocadas. Muy buenos tus micros.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Rosa.
ResponderEliminarA ver cuándo tu blog nos regala algún relato tuyo...
Un abrazo fuerte