DE
VIAJE, PESE AL CORONAVIRUS
Había
leído libros de viajes, claro. Y no me refiero a las guías de países que
visité, que también, sino a aquéllos escritos por descubridores, cuando no
aventureros, que contaban lo que vieron antes que nadie, con esa mirada
asombrada, ávida por conocer geografías o sociedades alejadas de su propia
cultura. Siempre me interesaron lo suficiente como para hacerles un hueco entre
la lectura de obras de ficción. Me admiraba –me admira- tanto el arrojo y la
determinación de sus protagonistas como los mundos con que se topan. Sus
palabras ponían a trabajar a mi imaginación, sentía que sus ojos trabajaban
para los míos. Sus observaciones nutrían mi curiosidad.
Sin embargo, ahora, puesto a la faena, aun
siendo lo mismo, resulta diferente.
Estamos confinados, sin apenas salir del
domicilio particular, por orden del Gobierno, que, con la aprobación del
Congreso de los Diputados, ha decretado el estado de alarma en todo el país.
Llegue este artículo a donde llegue, no hará falta que explique por qué. El
virus puñetero –coronavirus, le
llaman, por otro nombre covid 19- ha
acorralado a la Humanidad entera, dejando a su paso un reguero de muerte y
desolación, obligando, para huirle, a la reclusión universal.
¿Y qué puede uno hacer, enclaustrado entre
cuatro paredes, además de espiar con envidia cómo tras los cristales sigue
fluyendo la primavera, ninguneándonos, totalmente ajena a nuestros pesares?
Cada persona habrá diseñado su propia estrategia de espera. La mía ha
consistido en escapar. Físicamente me era imposible, no sólo porque no me
dejaban, es que tampoco tenía adónde, pues en todas partes están igual. Pero
otros pies caminaban por los míos.
El mundo volvía a ser ancho, de la mano de
viajeros que vinieron en mi auxilio, y me sacaron del ostracismo general, o, al
menos, lo atenuaron. En justa reciprocidad, he decidido dar fe de esos relatos
que hicieron de mi ocio forzado oportunidad para saber y disfrutar de espacios y vidas distantes
y de las gestas de quienes me los acercaron. Enseguida verificaréis que aún
quedan alas con que volar…
Nunca me han gustado especialmente los libros de viajes. Me gusta la acción y la interacción de personajes y sus vivencias.
ResponderEliminarNo obstante, me gustará saber de tus lecturas y de tus viajes sin salir de casa.
¿Qué tal llevas la situación? ¿Todos bien por tu casa? Por mi parte, todo bien, y ya sabes, leyendo y escribiendo mucho.
Un beso.
Aquí andamos, enclaustrados y viajando con la imaginación. Pronto daré noticia de esos recorridos. Me alegro de que estéis bien. Ya veo que, como acostumbras, no pierdes el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo de los fuertes
Siempre es interesante saber de las gentes que viajan a la aventura. Espero que estés bien en este periodo de crisis del virus. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Mamen, también yo espero que tú estés bien. Yo, deseando que pase este año que transcurre sin nosotros. Necesito aire libre y, en tanto no venga una vacuna a redimirnos, lo obtengo de quienes me lo dan en sus relatos de viajes...
ResponderEliminarUn abrazo