ISRAEL
(2)
No
es que se queden cortas las palabras. Es que lo de Israel no tiene nombre. Acaban
con niños que juegan en sus habitaciones, o que son enviados a la casa de sus
abuelos como precaución inútil, o que huyen en una playa de un primer proyectil
que no les había alcanzado… Y tampoco se libran mujeres, y ancianos, y hombres…
Y bombardean hospitales atestados de heridos, y residencias de incapacitados
que no pueden moverse, y chiringuitos donde se ve fútbol y hasta cementerios y
mezquitas…
La contabilidad del ejército de Israel se
nutre de civiles muertos. Casi 500 iban ya esta mañana, más de 100 de ellos
menores. Y 28 miembros de una misma
familia…
Horroriza la sola mención de tal espanto, de
estos crímenes de lesa humanidad. Y no únicamente por las víctimas. También
espeluzna por los verdugos, no solo porque sean capaces de actuar de ese modo,
sino porque ellos mismos, como pueblo, sufrieron en sus carnes el drama
terrible del Holocausto.
Culpabilizan a los palestinos. Dicen que
quienes lanzan cohetes desde Gaza utilizan a la población como escudo, como si
eso, aun en el caso de que fuera cierto, justificase la masacre, exonerase de
responsabilidad al ejecutor. ¿Os imagináis a un tribunal, que el gobierno
israelí encima no lo es, condenando a muerte, y sin juicio alguno, no solo al
supuesto reo, sino también a su familia y convecinos? Pues multiplicad esa
barbarie y sus efectos y entenderéis adónde conduce un argumento que añade
perversidad al daño insufrible que causa una formidable maquinaria de guerra a
civiles indefensos.
Aducen asimismo que Israel tiene derecho a
defenderse. Pensarán que los padres gazatíes asistirán impávidos a la muerte de
sus hijos, o que estos no sentirán nada hacia aquellos que les han privado de
sus progenitores, o de sus hermanos o amigos. Olvidan que, a la postre, recoge
tempestades quien siembra vientos.
La seguridad de Israel no vendrá de la mano
de matanzas reiteradas de palestinos, de asentamientos y ocupación de su
territorio, de cerrar sus fronteras e impedirles salir del reducido espacio que
habitan, de no reconocerlos como Estado. Deberían empezar por defenderse de sí
mismos, de quienes les gobiernan, para dejar de ser el Caín de esta historia
trágica y alcanzar algún día la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario