A
VUELTAS CON AMADORA Y SU CUARTO
Dicen –y suscribo esa opinión- que escribir
comporta sufrimiento. El que causa la búsqueda de la palabra exacta, ésa que
precisas y no encuentras; o que un personaje no acabe de revelársete, o, ay, que
cuando crees que ya lo ha hecho se rebele y tuerza tus planes. Por no hablar de
una trama que –al menos en mi caso- se forja día a día y me trae y me lleva,
entreteniéndome en un nuevo avatar que surge en el camino, o en el camino
mismo. Y aún estará la incertidumbre de un desenlace, que para mí sólo surgirá
con el punto y final.
A esos problemas inherentes a la escritura
de ficción sumé en la novela “Desde el cuarto de Amadora” una dificultad más.
Trabajé en ella a lo largo de varios veranos, o sea, de forma discontinua, y no
porque lo quisiera así. De otoño a primavera, el curso lo ocupaba en otros
menesteres, literarios –el teatro- o profesionales, las clases en el instituto.
De modo que cuando al fin las vacaciones me daban un respiro y podía retornar a
la labor narrativa, había de releer lo ya escrito para volver a hacerlo mío y
ponerme en condiciones de continuarlo.
Ahora estoy entrando en otra fase. Nadie
escribe para sí mismo, no hay autor que no aguarde a su público. Una voz
siempre espera un oído que la escuche; la palabra escrita, la atención de unos
ojos. Es un viaje, éste de la comunicación literaria, que, habitualmente, sólo
es de ida. Pocas veces el receptor entabla un diálogo con el hacedor de la obra
que ha leído.
A mí me está pasando. ¡Cuánto se agradece
que alguien deje su opinión en la página de Amazon donde se oferta la novela! Y
que te llamen a una tertulia (siempre voy) para que escuches de labios de
quienes se han adentrado en las páginas del relato cómo han vivido las
peripecias de los protagonistas… O que, en fin, hayas dado pie a valoraciones
tan hermosas como las vertidas en sus blogs respectivos por miradas expertas
como las de Rosa Berros (http://elblogdelafabula.blogspot.com.es/), o Isabel Tejerina (http://isabel-tejerina.blogspot.com.es). Cuando
veo lo que dicen, hasta a mí me cuesta no abrir “Desde el cuarto de Amadora”,
esta vez para leerla…
Te recomiendo encarecidamente que leas esta novela. Tal vez creas que la conoces por haberla escrito, pero seguro que desde su creación, personajes y peripecias han tomado vida propia y han llevado derroteros que desconoces y que te pueden sorprender.
ResponderEliminarSeguro que la experiencia te resulta gratificante. Y descubrirás la necesidad de que el gran autor que la concibió, se ponga a la tarea de escribir otra novela.
Un beso.
Ah, y gracias por mencionar mi blog.
EliminarGracias, una vez más, por tus amables palabras, Rosa, y ya van muchas, aunque menos que las que me mereces. Y tienes razón: los personajes, una vez creados, tienen sus vidas y te son ajenos, y los ves como autónomos con respecto a ti, aunque ese distanciamiento no implique que los mires con una cierta nostalgia y mucho afecto, porque has compartido muchas horas con ellos.
ResponderEliminarEn cualquier caso, debo decirles adiós. Aunque sólo sea para que no influyan en esos otros que están empezando a dar sus primeros pasos en las páginas de una nueva novela, que, en efecto, he empezado a idear.
Un abrazo de los fuertes
Qué alegría, Juan, pero por favor, no tardes tanto en terminarla como la otra que ardo de impaciencia.
EliminarUn beso.