NO,
MERKEL, NO…
Grecia
estaría fuera de la zona euro, si el
próximo día 24 vota mayoritariamente a Syriza, que según los sondeos
tiene todas las de ganar esos comicios. Son palabras que le atribuye a Ángela
Merkel el diario Der Spiegel, y que
ella no ha desmentido, pese al revuelo que han levantado, dentro y fuera de
Alemania. O sea, que debe de ser verdad que lo ha dicho.
A mí esas supuestas declaraciones me llenan,
primero, de perplejidad, y, acto seguido, de indignación. ¿Cómo se atreve?
Entiendo perfectamente que no le guste
Syriza. Su rechazo hacia esa coalición de izquierdas bebe de las mismas fuentes
que me llevan a mí a valorarla. La enfada que piensen primero en los griegos
que en el pago a rajatabla de la Deuda, que pretendan renegociar esta para
disponer de dinero con que sacar a su gente de la ruina en que están. Que se
opongan, en fin, a una política de salvaje austericidio, que deja en la cuneta
a millones de personas, condenadas a la nada. Poniéndose en la mente de un
banquero, o de quien los representa como
la señora Merkel, resulta comprensible que le horroricen las intenciones de
Syriza.
Lo que no me cabe en la cabeza es que del
disgusto pase a la acción amedrentadora. Que sus intereses la lleven a
interferir, con amenazas, en el proceso electoral de otro país, conminando a
sus ciudadanos a que no voten a
determinada opción, contraria a sus planteamientos. O, lo que viene siendo lo
mismo, exigiendo que se inclinen por otras, que son sus preferidas, por fieles
a sus dictados.
Meter miedo a todo un pueblo que se dispone a
acudir a las urnas debería estar penalizado por ley. Descalifica, en todo caso,
a quien lo hace, y fácilmente puede salirle el tiro por la culata. Ojalá el 24
de enero los griegos den una lección a
Ángela Merkel y a su Troika y les demuestren, en el ejercicio de su libertad,
que la democracia excluye la coacción.
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