LOS OTROS REYES MAGOS
Yo,
de pequeño, creía también en los Reyes Magos.
Tenían
unas barbas muy largas
y
había uno que era negro y me tiznaba
la
cara, si no había sido bueno.
Entraban
en grandes caballos voladores por
la
chimenea,
caminaban
el pasillo,
junto
a mi zapato dejaban acaso
un
camión de madera, un caballo de cartón,
un
cuento.
Y
debía de gustarles el vino
o
quizás tenían mucho frío,
sus
copas,
que
yo llenaba hasta el borde,
siempre
aparecían vacías.
Todavía
hoy me sonrío
recordando
aquellas
noches, cuando trataba de sorprender
el
menor ruido,
un
mueble que cruje o la contraventana
-¿Estarán ahí...?-
Abría
los ojos a la mañana
con
un vago sentimiento de felicidad
y
un resquicio de sueño en la mirada.
Papá,
papá, mamá: ¡un caballo de cartón!
Un
instante me detenía
elevando
las manitas
a
lo alto,
¡Gracias,
Reyes Magos!
A
mi lado, mi padre, sonriendo, casi
de
alegre como yo,
y
varias horas de trabajo más viejo, justo
el
dinero de un caballo de cartón,
lo
empujaba, y empujaba, y empujaba. ¡Cómo
nos
reíamos los dos!
P.D.
En una carpeta carcomida por el paso de los años, he encontrado este poema sin
datar, que seguramente escribí en mi primera juventud. Hace referencia a un
momento en que ignoraba, todavía, que mis padres eran magos. No estaba solo en este sentir, que somos ocho hermanos.
Aparte de ser magos tus padres, eran magos aquellos tiempos de la infancia en que eramos capaces de creer en la magia. A veces me rebelo con verdadera furia porque no puedo hacer que vuelvan. Los años y, sobre todo, todas las personas que quedaron por el camino.
ResponderEliminarGracias, Juan; gracias, Rosa; porque con vuestras reflexiones aportáis buenas sensaciones en los que os leemos. !Feliz año!!
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