PUDIN CON ARROZ SOBRANTE DE
PAELLA
Andaba siempre al quite cuando
veía a mi madre devanándose los sesos para organizar los menús familiares. A la
menor vacilación que observase, ya soltaba yo una propuesta para resolver tan
ardua tarea. Una paella solía ser mi
alternativa. Y solo si era bien acogida deslizaba la sugerencia de que hiciese
mucha.
“Tienes el ueyu más grande que el butiellu”, me reprendía usando de un
dicho asturiano. Aludía con esas palabras a que mi gula sobrepasaba con creces
mi capacidad de engullir. Por supuesto, desconocía que mi petición ocultaba un
secreto designio.
“¿Y qué pasa luego con lo que quede? ¡No vamos a estar comiendo restos
durante una semana!”, apostillaba ella en ocasiones.
¡Los restos! Esa era la clave
adonde yo pretendía llegar, la llave que me permitiría manifestar lo que
verdaderamente quería. Porque en realidad no apetecía la paella en sí misma,
aunque he de reconocer que también, sino, sobre todo, del plato a que darían
lugar sus sobras, si no eran escasas: un pudin que, otro día, la tendría como
materia prima.
Para llegar a él, antes de nada había de desproveerse de cáscaras a los
bivalvos (mejillones, berberechos o almejas) o gambas dispersos en el arroz, o
privar de huesos a la carne, mayormente pollo, que se hubiera utilizado. Ya
libre de sobresaltos para los dientes, se añadían unas patatas que se habían
freído cortadas en fino, como si su destino fuera constituirse en tortilla, y
varios huevos batidos. Con todo ello bien revuelto se rellenaban uno o más de
un molde, que se introducían en el horno, hasta que la mezcla cuajase. Entonces
se desmoldaban y se volvían blancos con el aporte de una capa de bechamel.
Después, ya solo quedaba hincarles el diente.
Adenda: Ahora los moldes
son antiadherentes, pero no siempre fue así. Para solventar tal contratiempo,
se forraban por dentro con papel de estraza, que, a su vez, de untaba en
mantequilla. Arqueología culinaria, que no deja de tener su encanto recordar...
Pues tiene buena pinta. Me lo apunto. Precisamente esta semana me sobró paella y se nos ocurrió convertir las sobras en una ensalada de arroz, pero queda un poco seca. Eso del pudin tiene mucho mejor aspecto.
ResponderEliminarY yo también lo pienso probar, pues el arroz, sea de sobras de cualquier tipo, me encanta. Era la comida de los domingos de mi infancia.. Gracias, Juan
ResponderEliminarRecuerdo perfectamente la receta, pero leerla escrita por ti me trajo a la memoria esos momentos tan entrañables sentados alrededor de la mesa.
ResponderEliminarY que rica estaba!