A UNA SONRISA QUE PUDO SER
Escribí este poema cuando era muy
joven. Es el primero de una serie que dediqué a Galicia, mi tierra y la de
todos, que decía en otro. Y no sé por qué, pero me parece, al leerlo tantos
años después, que en cierta medida, y salvando las distancias, es como si el
tiempo no hubiera pasado. Y es que se siguen cercenando sonrisas...
Ahí
los tenéis,
ahí
los habéis dejado.
Ellos
vienen
después
y
se empiezan donde la tierra
empieza.
Con
una sonrisa
que
la
Historia
viejo
jardinero
se
ha olvidado de podar.
La
del payaso tonto
de
los
circos.
Del
que dice y habla entrecortado
que
va a hacer esto
gesticula
alegre
con
el brazo
qué
bien
la
boca no le sirve para comerse
tanta
alegría junta.
Todo
para llevarse la patada en el trasero
-aplausos-
y
otra y otra
así
hasta
que ya
no
ríe
las lágrimas abortadas
en
los labios
el
brazo otra vez
buscando
el
fruto sobre la tierra.
De
él
que
lo creía
todo
y
ya no entiende nada
nada.
-¿por
qué aplauden?-
A
Coruña, marzo-abril de 1968
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