CUCHILLAS (AFILADAS) FRENTE A
INMIGRANTES
Por disposición del Ministerio
del Interior, se están instalando en la parte superior de la valla levantada
entre Melilla y Marruecos cuchillas afiladas. Los destinatarios de esta
crueldad son los emigrantes subsaharianos.
No es una maldad nueva. El gobierno anterior las había mandado colocar a
finales de 2005, aunque las retiró en 2007, tras comprobar sus devastadoras
consecuencias en los cuerpos de quienes querían salvar la empalizada y entrar
en la ciudad. Son gente que pretende allegarse a una vida mejor, o,
simplemente, huir del infierno en que se ha convertido la suya en los países de
origen.
Nadie puede llamarse a engaño ahora, ni decir que no sabía, cuando
empiecen a caer africanos desde lo alto con cortes profundos, con tajos, sangrantes.
Dicen que no ponen esos artilugios para herir, sino para disuadir a los inmigrantes y lograr que se queden del otro lado. ¿De verdad creen que quienes han recorrido cientos o
miles de kilómetros sufriendo penalidades y fatigas sin cuento, arrostrando
peligros que paralizarían a cualquiera de nosotros, va a detenerse ante este
peaje de sangre?
Es inútil poner puertas al campo o acotar el mar, que carece de límites.
Van a seguir viniendo. Lo único que cambiarán esas cuchillas es el estado en
que llegarán los que no se hayan quedado por el camino.
Hay una crisis peor que la que nos asuela: la de humanidad, y de ella está bien servido el Gobierno de España. Yo no acepto que me haga cómplice de este nuevo desmán. Argumentará que actúa de ese modo, que me parece tan infame, para protegerme. Con que me protegiera de sí mismo, ya tendría yo bastante
Hay una crisis peor que la que nos asuela: la de humanidad, y de ella está bien servido el Gobierno de España. Yo no acepto que me haga cómplice de este nuevo desmán. Argumentará que actúa de ese modo, que me parece tan infame, para protegerme. Con que me protegiera de sí mismo, ya tendría yo bastante
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