ASIGNATURAS AFINES AYER Y HOY
Lo que sigue es una recreación de tiempos pretéritos,
que si no vuelven es porque nunca han dejado de estar ahí. Reproduzco un
artículo publicado en la revista del SUATEA (Sindicato Unitario de Trabajadores
de la Enseñanza
de Asturias) en noviembre de 1985. Se lo había enviado desde Laredo
(Cantabria). Lo rescato porque, leyéndolo, quizás alguien piense que, si se
pudo, se puede.
Extrañas afinidades, las de las
asignaturas bautizadas por la
Administración como “afines”. Profesores de Historia hay
obligados a distinguir esforzadamente, y quizás en vano, ante sus perplejos
alumnos de Música entre un violonchelo y una viola; no faltan quienes
estudiaron Matemáticas y ejercen de dibujantes, y puede llegar a ser el Inglés
considerado a estos efectos hermano gemelo de la Geografía.
A mí mismo, este curso que empieza, me ha tocado sufrir una kafkiana
experiencia en el Instituto de Bachillerato de Laredo, en Cantabria [...].
Durante cerca de dos semanas, el Ministerio de Educación y Ciencia –su
Dirección Provincial en Cantabria, su Inspección- se ha empeñado en
convencernos a los integrantes del Departamento de Lengua Española y
Literatura, y en particular al último al que se le ha adjudicado plaza
definitiva, que soy yo, de que impartiésemos la disciplina de Lengua Francesa,
un horario completo que quedaba sin cubrir.
Hubo, por nuestra parte, públicas declaraciones acerca de lo irrazonable
de semejantes proyectos, reuniones con los padres, negativas en redondo.
Por el lado del Ministerio, lo de siempre: llamadas y más llamadas,
“advertencias”, recitados de normativas.
Finalmente, una profesora de Francés fue enviada al instituto a dar
Francés.
¿Dónde ir a buscar el motivo de tanta sinrazón?
El Ministerio alude constantemente a preceptos legales que apoyan, dice,
sus pretensiones. Tales preceptos chocan, no obstante, con tozudas realidades.
La más llamativa suele constituirla la falta de preparación de la que
adolecemos en materias fuera de nuestra especialidad. Pequeño detalle, que a la
ley y a sus celosos guardianes se les escapa.
No es el único despropósito de esta historia. Argumentaban en defensa de
las Oposiciones que para dar clase de una asignatura de la especialidad
habíamos de demostrar ante un tribunal nuestra capacitación, e intentan ahora
que enseñemos –sin Oposición, por supuesto- otras disciplinas, lejanas a
nuestra dedicación y conocimientos, cuando no definitivamente ajenas a ellos.
Ya lo sé. Estas contradicciones forman parte de la realidad cotidiana
que habitamos, hasta tal punto que puede parecer extraño que nos extrañemos de
su existencia. Pero creo que no debemos resignarnos a que lo anormal, por el
mero hecho de repetirse, pase a ser considerado como normal.
ADENDA:
Ojo al nuevo real decreto de especialidades del Ministerio de Educación. Permite
que profesores no especialistas puedan impartir materias para las que carecen
de preparación… ¿A que os suena, después de leer este artículo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario