jueves, 20 de noviembre de 2014

ASIGNATURAS AFINES AYER Y HOY

Lo que sigue es una recreación de tiempos pretéritos, que si no vuelven es porque nunca han dejado de estar ahí. Reproduzco un artículo publicado en la revista del SUATEA (Sindicato Unitario de Trabajadores de la Enseñanza de Asturias) en noviembre de 1985. Se lo había enviado desde Laredo (Cantabria). Lo rescato porque, leyéndolo, quizás alguien piense que, si se pudo, se puede.

Extrañas afinidades, las de las asignaturas bautizadas por la Administración como “afines”. Profesores de Historia hay obligados a distinguir esforzadamente, y quizás en vano, ante sus perplejos alumnos de Música entre un violonchelo y una viola; no faltan quienes estudiaron Matemáticas y ejercen de dibujantes, y puede llegar a ser el Inglés considerado a estos efectos hermano gemelo de la Geografía.
   A mí mismo, este curso que empieza, me ha tocado sufrir una kafkiana experiencia en el Instituto de Bachillerato de Laredo, en Cantabria [...].
   Durante cerca de dos semanas, el Ministerio de Educación y Ciencia –su Dirección Provincial en Cantabria, su Inspección- se ha empeñado en convencernos a los integrantes del Departamento de Lengua Española y Literatura, y en particular al último al que se le ha adjudicado plaza definitiva, que soy yo, de que impartiésemos la disciplina de Lengua Francesa, un horario completo que quedaba sin cubrir.
   Hubo, por nuestra parte, públicas declaraciones acerca de lo irrazonable de semejantes proyectos, reuniones con los padres, negativas en redondo.
   Por el lado del Ministerio, lo de siempre: llamadas y más llamadas, “advertencias”, recitados de normativas.
   Finalmente, una profesora de Francés fue enviada al instituto a dar Francés.
   ¿Dónde ir a buscar el motivo de tanta sinrazón?
   El Ministerio alude constantemente a preceptos legales que apoyan, dice, sus pretensiones. Tales preceptos chocan, no obstante, con tozudas realidades. La más llamativa suele constituirla la falta de preparación de la que adolecemos en materias fuera de nuestra especialidad. Pequeño detalle, que a la ley y a sus celosos guardianes se les escapa.
   No es el único despropósito de esta historia. Argumentaban en defensa de las Oposiciones que para dar clase de una asignatura de la especialidad habíamos de demostrar ante un tribunal nuestra capacitación, e intentan ahora que enseñemos –sin Oposición, por supuesto- otras disciplinas, lejanas a nuestra dedicación y conocimientos, cuando no definitivamente ajenas a ellos.
   Ya lo sé. Estas contradicciones forman parte de la realidad cotidiana que habitamos, hasta tal punto que puede parecer extraño que nos extrañemos de su existencia. Pero creo que no debemos resignarnos a que lo anormal, por el mero hecho de repetirse, pase a ser considerado como normal.


ADENDA: Ojo al nuevo real decreto de especialidades del Ministerio de Educación. Permite que profesores no especialistas puedan impartir materias para las que carecen de preparación… ¿A que os suena, después de leer este artículo? 

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