OTRA DE REALISMO MÁGICO
(CARPETOVETÓNICO)
Suma y sigue en la mojiganga nacional.
En esta ocasión, los protagonistas fueron la Virgen del Rosario y un
cargo público insospechado, José María
González, Kichi, alcalde de Cádiz.
Ella, por haber sido condecorada con la medalla de Oro de la ciudad; él, por
hacer que tal distinción fuera posible al aunar los votos de su grupo con los
del PP, autor de la propuesta, cómo no; y con los del PSOE y Ciudadanos, que
también se posicionaron a favor.
Habituado como está uno a noticias de semejante calibre, debería no
asombrarse porque se produzca otra. Pero el respingo que di cuando la leí iba
más allá de la extrañeza. Me había dejado atónito que “Cádiz sí se puede” y Kichi, su cabeza de lista, apoyaran una
moción como aquélla.
Confieso, sin embargo, que aún había de quedar más perplejo después del
argumentario con que Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, líderes de Podemos a nivel nacional, se apresuraron
a justificar la actitud política de su compañero de partido. Atribuye el
primero a la citada Virgen “carácter de dignidad popular”, “tan vinculada a las
cofradías de pescadores, no va unida al conservadurismo que nos podría parecer
desde fuera”. Y nos alecciona: “Los urbanitas de izquierda tenemos que aprender
a respetar esas tradiciones tan arraigadas en el pueblo”.
Monedero no se queda atrás. Se mete en disquisiciones acerca de la
“Virgen de los humildes” y dice de ella cosas como que: “aun siendo cierto que
trabaja más tiempo para los poderosos que para los pobres, ayuda a que los
golpeados imaginen la vida un poco menos miserable. Y eso, nos guste más o
menos, hay que respetarlo”. Kichi
“hace bien en escuchar al pueblo en el momento concreto que vive el pueblo, que
es el de ahora. Porque en un mundo emancipado es verdad que no habrá dioses ni
vírgenes o habrá miles. Pero mientras tanto, gobernamos para el pueblo que está
ahí. Y gobernamos sabiendo que no es lo mismo el poderoso que el humilde,
aunque coincidan en algunos sitios. Kichi
no es el alcalde de mañana. Es el alcalde de hoy. Y qué bueno que lo tiene
claro. Y además, sin la ayuda de la virgen, porque dios nunca abandona a un
buen marxista”.
Vaya, vaya…
Y a mí que me parece que no se trata de una cuestión de respetar
tradiciones y de ajustarse a la mentalidad actual del pueblo… Que el tema, por
más que se escamotee, es que una corporación municipal (por cierto, no al
completo: los 2 concejales de Izquierda Unida se abstuvieron) ha premiado con
la medalla de Oro de la ciudad a una Virgen. El principio de no confesionalidad
del Estado, ¿es de validez universal o ha de aplicarse –o no- dependiendo de
quién sustente determinada creencia?
Y esas referencias al pueblo… ¡hay tanto reduccionismo en ellas, tanta
simplificación! Tal se diría que en el imaginario de Pablo Iglesias o Juan
Carlos Monedero es un todo sin fisuras, uniforme, sin la diversidad que lo
alienta. En Cádiz, habrá católicos que no practiquen la devoción mariana. Me
resisto a pensar que todos sean fieles seguidores de la Virgen del Rosario, que no viven de
otra manera su religión. Y luego estarán los agnósticos, y los sindiós. Y seguro
que no faltan musulmanes, evangelistas, judíos… ¡El pueblo!
Por mucho empeño que se ponga, no hay forma de cuadrar un círculo. O de
volver acierto lo que fue metedura de pata. Pasa como con ése que, al caer en arenas
movedizas, cuanto más se agita por salir de ellas, más se hunde.
Olé olé Freire. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Elena, me alegra que coincidamos.
EliminarUn abrazo fuerte
Enormemente acertado tu comentario, Juan. Eso de confundir lo que está bien con lo que me conviene, como nos advertía Serrat, es algo sumamente extendido. Lo malo es que estos iluminados de nuevo cuño están por encima de dios, de la virgen y del pueblo y deciden en cada momento, lo que les conviene a todos ellos. A los agnósticos nos indigna por incoherente y entre los católicos no creo que les proporcione muchos adeptos...en fin.
ResponderEliminarUn beso.
A mí, con parecerme mal el hecho, aún peor me sienta su justificación, ese revestimiento teórico de una sinrazón.
EliminarCosas veredes...
Un abrazo de los fuertes, Rosa