TRIBUTO DE SANGRE
En Estados Unidos existe la creencia
de que más allá de una mano debe haber siempre una pistola. En esa peculiar
idiosincrasia, el ciudadano no se siente seguro ante el otro si no posee un
arma con la que hacerle frente. Por si acaso, dedica parte de su tiempo a prácticas de tiro.
Así, piensa que se enfrentará con mayores posibilidades de éxito a cualquier
agresor. Y, ya abierta la espita, mejor disponer en casa de todo un arsenal.
Parece que todavía no se les ha ocurrido otra forma de vencer al mal que
aliarse con él. Luego, cuando a alguien se le cruzan los cables, lo tiene fácil
para sembrar el horror: veintiséis muertos (veinte niños) dejó en el camino el
asesino de la escuela en Newtown, Connecticut, antes de suicidarse.
Pese a que esas matanzas se repiten con cierta regularidad, se mantienen,
erre que erre, en sus trece. Un senador republicano ha llegado a decir que el
crimen en el centro escolar no se hubiera producido si su directora hubiera
dispuesto de un arma. Y la Asociación
Nacional del Rifle se ha pronunciado por que se contrate a
vigilantes armados en los colegios. Todo, menos prohibir la venta de armas.
Claro que ahí radicará, seguramente, el quid de la cuestión, en los millones de
dólares que, en ese caso, se escaparían de las armerías. Y es que hay negocios
que, para obtener beneficios, exigen un tributo de sangre, lo estamos viendo.
Aparentemente, a este lado del Atlántico no nos toca otro papel en el
drama que ejercer de desolados espectadores. Aunque no tanto como creemos:
“Con 270 millones de armas de fuego en manos de civiles
[...] el mercado estadounidense es el más atractivo del mundo para fabricantes
de revólveres, fusiles, pistolas o ametralladoras. Casi el 95 % de las armas de
menos de 20 milímetros
de calibre que exportó España en el primer semestre de este año tuvieron como
destinatario a EE UU. Es decir, 8.019 millones de euros de un total de 8.534” . (El País, 27 de diciembre de 2012)
Yo, desde luego, dormiría mejor si se incluyese a Estados Unidos entre
los países a los que se prohíbe exportar armas desde España. Aunque lo mejor sería acabar totalmente con tan siniestra mercadería, claro.
P.E. Mi solidaridad hacia quienes en EE UU luchan contra la venta de
armamento.
El colmo de los colmos de la violencia establecida ha sido la delirante subida de las ventas de mochilitas antibalas para llevar al cole en Estados Unidos. ¡Viva el negocio de la sinrazón! Isabel Tejerina.
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