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EE UU (5): CAMINO DEL GRAN CAÑÓN
La
avioneta parece en su fragilidad una cometa que empujara una brisa suave. Desde
su interior, ocho pasajeros pasmados abrimos los ojos a extrañas maravillas.
Sobrevolamos parajes a los que vuelve espectáculo la grandiosidad de su escenario
y una aridez extremada. Durante kilómetros y kilómetros, montes y montañas se
disponen como si fueran de arena y el capricho del viento los hubiera moldeado
a su antojo. A veces, dan paso a valles estrechos o, por el contrario, a
planicies casi infinitas, cuyo fin no columbramos. Hay trazados de regatos que
fueron y que tal vez vuelvan a ser, y, desde la altura, son como caminos
perdidos en el secarral. Y un río, el Colorado, que en su discurrir milenario
ha horadado barranqueras y que, detenido por el muro de un embalse, remeda un
lago, un contrapunto azul en estos vastos eriales donde no despuntan árboles,
ayunos también de cualquier otro vestigio de vegetación. Está tan pelado el
yermo que ni siquiera el agua ha dado verdor a las orillas de su cauce.
Choca, en esta paramera inmensa, encontrarse
con la vida humana. Surgen, extrañamente, dos o tres poblamientos de casas de
una planta, que son del mismo color amarillento de la tierra y se disponen en
parcelas contiguas, con un orden cartesiano, como si alguien se hubiera
empeñado en trazar sus escasas calles con regla y cartabón. Me pregunto cómo
será la vida de la gente que las habita y qué habrán venido a hacer en medio de
semejante soledad.
Al poco, se eleva el paisaje en una meseta
sin término, rota por depresiones y salteada de roquedos. A vista de pájaro, la
vasta superficie se tiñe ahora de un verde que no brilla. Todo lo empequeñece la
altura y, mientras permanecemos en los cielos, creo, erróneamente, que es
pradería de montaña ese tapiz.
Inmediatamente antes de aterrizar,
divisamos, a un costado, una gigantesca hendidura sin fondo. Tenemos ante
nosotros el Gran Cañón del Colorado.
Un espectáculo inolvidable que, en avioneta, tiene que ser sublime.
ResponderEliminarDeberías colgar alguna foto para deleitarnos.
Un beso
La verdad es que estaba tan embebido en todo lo que veía que no pensaba en fotografiarlo. Sólo lo sentía. Suele pasarme.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo