MERLUZA CON GULAS
Eran otros tiempos. Cuando
llegaban las navidades, en las casas olía a maravilla. A mí, al menos, esas
fechas me entraban, sobre todo, por el olfato. El humo de las chimeneas traía
consigo el anuncio de sabores ajenos a la vida cotidiana. Lo que no se podía
comer habitualmente estaría en las mesas los días de fiesta y podríamos saciar
nuestro apetito casi sin tasa.
En mi caso, aún hoy no he olvidado un pollo relleno con su guarnición de
patatas doradas que cocinaba mi padre, quien solo en ocasiones señaladas se
ponía ante los fogones. Cuál será la fuerza de ese recuerdo cuando me confieso
incapaz, tantos años después, de no elegir en la carta de un restaurante el
gallo, si es de corral, como eran aquellos, pintureros, cuya dieta se hacía de
lombrices y semillas silvestres antes que de pienso (y, sin embargo, quizás
porque la realidad nunca compite en
igualdad de condiciones con el ideal, nunca me saben igual).
Vinieron luego décadas de abundancia, donde ya no fue preciso aguardar a
grandes festividades para satisfacer el hambre e incluso los platos antaño tan
valorados pasaron a segundo plano en el imaginario colectivo. Una época que
parece estar tocando a su fin. Las vacas, de nuevo flacas para la mayoría,
apenas tienen ya fuerzas para mugir.
A lo mejor (o sea, a lo peor,
pero respetemos la frase hecha) hemos de volver a esperar a días especiales
para llenar la andorga. Disculpadme la licencia, pero, aunque no fuese (ojalá)
ese el caso, y solo se tratara de salir de mal año, quisiera regalaros la
receta de la merluza con gulas. La
tengo por antidepresivo eficaz y, aun cuando no lo fuera, es cosa segura que
satisfará al estómago.
Se fríen patatas un poco más gruesas
que para tortilla. Se ponen en una fuente y encima se coloca la
merluza abierta y sin espina (previamente salada por ambos lados, a gusto
del consumidor), con la piel para abajo. Sobre ella así dispuesta se
vierten el aceite de freír las patatas y un poco de pimentón y se le
añade, también, un poquito de agua, y al horno, que aguardaba ya
caliente, diez o quince minutos.
Las gulas se preparan aparte, cuando ya casi
esté hecha la merluza. En una sartén, en un poco de aceite se dora ajo, se
retira y se echan las gulas y una guindilla picada: se deja un minuto y se
vierte sobre la merluza. Después de un par de minutos, se saca del
horno.
Que la disfrutéis.
Deliciosa receta si señor. Una muy parecida prepararon mi tía y mi madre esta Nochebuena. Totalmente recomendable, fácil y barata.
ResponderEliminarÁlvaro Amieva.
mmmmm está receta me suena!
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