EL SEÑOR SNOWDEN, LOS EEUU Y
TODOS NOSOTROS
Escribes un mail o lo recibes, o
hablas por el móvil creyendo que el destinatario de tus palabras es quien tú
has elegido y a lo mejor te equivocas de medio a medio, y a esa persona se
suman otras con las que no contabas. Un gran ojo nos mira, un enorme oído nos
escucha, intercepta lo que decimos o nos dicen, cuando más despreocupados
estamos. Acaba de desvelarlo el Sr. Snowden.
Ese joven norteamericano trabajaba como subcontratado para la Agencia de Seguridad
Nacional norteamericana, y anteriormente para la
CIA. En fecha reciente ha revelado la
existencia de programas de vigilancia masiva de llamadas telefónicas y correos
electrónicos. Luego ha huido a Hong-Kong para que no lo cojan. De hecho, el FBI
ya ha abierto una causa penal contra él. Yo no entiendo por qué tratan de imputar
al Sr. Snowden si a quienes deberían acusar es a los que están permitiendo un desafuero
como el denunciado por él.
Los EEUU nos espían a todos nosotros sin molestarse siquiera en
escogernos, ningún ciudadano de ningún país está libre de sus tejemanejes. Lo
de las soberanías nacionales les trae sin cuidado.
No investigan a un sujeto porque sospechen de él, su elección para
controlar las comunicaciones de una persona, cualquiera que sea, es totalmente
aleatoria, gratuita, no motivada.
Dicen que así descubren a terroristas, pero lo que están haciendo es
convertirnos a todos en sospechosos. Y, por si fuera poco actuar así con sus connacionales,
extienden esa vigilancia delictiva más allá de sus fronteras, al ancho mundo.
Un Gran Hermano sale de las páginas de
Orwell donde habitaba y se autoerige en gendarme mundial para hacer saltar por
los aires sacros principios del derecho internacional, de la privacidad, de la presunción de inocencia.
Lo que no han podido evitar es,
curiosamente, ser ellos también espiados y, en su caso, además, expuestos a la
vergüenza pública. Menos mal. Porque sí que hay algo más que indicios para
someterlos a encausamiento.
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