POEMA
A veces el tiempo es amarillo, o,
mejor, sepia. Al menos, esa huella deja a su paso por los papeles. Pero si
llevan escritos poemas, el color que los tiñe no lastra el sentimiento, que
pervive. Lo digo porque, revolviendo viejos atadillos, he encontrado estos
versos de cuando era joven:
MI
MADRE
mientras
escribo
sé
que
alguien
baja
y
sube escaleras
compra
aceite
o pescado
o
suena los mocos
a
mis
hermanos
y les lava
la
cara
piensa
rosa
ha crecido no
le sirve ese vestido
qué
ideas tan raras
tiene
juan
cómo
no ha llegado
carlos
si pasan de las once
da
un beso a mi padre
cuando entra
corre
a la cocina
que la leche
se ha ido
por
el fuego
dios mío dios
mío
qué cara está
la carne
enrique parece preocupado
ella calla
sigue
disponiendo los manteles y
los
platos
llama
es la hora de la cena
juan
qué haces que no
vienes.
Me ha gustado. Es fresco, como un puzle de imágenes y sensaciones que irradian cotidianeidad. Me ha parecido interesante la sencillez con la que lograste captar la esencia de la estampa familiar de esos tiempos.
ResponderEliminarEso sí, me desconciertan un poco esos versos formados tan solo por una palabra (sobre todo cuando esa palabra es simplemente una preposición o un artículo) y me pregunto sobre la necesidad (o no) de tanta fragmentación.
En resumen: muy bonito.
Hola Juan,
ResponderEliminarEstamos aquí mamá y yo.
Mamá dice que le gustó muchísimo "su" poesía y que se siente anonadada al leer esos versos que le dedicaste y que le traen muchos recuerdos. Es como si volviera a vivir aquellos tiempos. En pocas palabras reflejaste con una sencillez aplastante un día cualquiera de nuestra familia.
En definitiva, le encantó, nos encantó.
Un beso de las dos.