MARCHA DE LA
DIGNIDAD
Me envía un amigo un enlace en
Internet. Lo pincho en google. Lo que sale en pantalla es una viñeta de cómic
de autor italiano. Se ve una inmensa multitud, cuyo fondo se pierde, difuminado
y lejano, ni siquiera se adivina adónde llega. Hombres, mujeres, jóvenes,
ancianos, niños, marchan pacíficamente, entre un mar de pancartas que reclaman
igualdad, trabajo, honestidad, justicia... Es una imagen hermosa, que transmite
unidad y determinación. ¿Recordáis esa frase, que tantas veces oímos, o
pronunciamos ante la que se nos está viniendo encima, “Deberíamos salir todos a
las calles”? Pues la multitud del dibujo ha pasado del dicho al hecho.
Pero no es lo único que avistamos en la ilustración. Justo junto a esa
legión de manifestantes, se ubican otras figuras. La simplicidad del trazo no
impide que sepamos de quiénes se trata: portan cámaras de grabación o de
fotografía, micros. No se necesitan más elementos para constatar que son
periodistas en pleno ejercicio de su función.
Lo llamativo del caso es que, contra lo que cabría esperar, no miran al
gentío que camina a su lado. Apuntan sus objetivos hacia un individuo que, embozado y fuera de la muchedumbre, al margen de ella, se dedica a destrozar a conciencia
un automóvil con una barra de hierro. Para esos informadores, la noticia no
parece estar en la manifestación, a la que dan la espalda, sino en la violencia
de unos pocos.
¿Lo suyo es cortedad de miras? ¿Interés por destacar lo que mayor
impresión produce? ¿Y por qué ha de resultar más extraordinaria una agresión
minoritaria que la movilización reivindicativa de muchísimas personas?
¿Solo hay ceguera, incompetencia profesional? ¿O se intenta distraer la
atención del lector o del televidente, más aún, reorientarla, con fines
espurios?
Mi amigo me remitió ayer el chiste que me ha sugerido estas preguntas,
con una apostilla: “Adelantándose a la prensa del régimen (Para digerir el día
de mañana)”, decía.
Y hoy, 23 de marzo, echo una ojeada a las crónicas sobre la Marcha de la Dignidad (22M) y veo más
imágenes de enfrentamientos entre grupos pequeños de gente y policías que de la
masiva demostración de rebeldía que recorrió pacíficamente las calles de
Madrid. Y vuelvo a formularme las mismas interrogantes que me hice al comentar la
historieta gráfica.
Ojalá estos reporteros fueran
simples personajes de cómic. Aunque más bien tiendo a pensar que es al revés,
que la ilustración refleja la realidad y pone a cada uno en su sitio. A los
manifestantes reclamando pan, trabajo y techo (y muchísimas cosas mas), y a
algunos periodistas –o directores de periódico- mirando para otro lado (y
orientando nuestra mirada)…
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