CARTA ABIERTA A ÁNGELA MERKEL (1)
Le escribo a usted, y no al presidente del Gobierno de mi país, porque
lo veo tan entregado a sus dictámenes que dirigirme a él sería desperdiciar
pólvora en salvas. Además, la política de recortes que se está llevando a cabo
en España se produce en buena medida para rescatar a sus bancos (los suyos, los
alemanes, sobre todo), que prestaron dinero a los de aquí sin considerar los
riesgos que corrían (o sí, como lo prueba que les van a devolver hasta el
último céntimo, aun a costa de la ruina de nuestra sociedad). Y antes de nada,
quisiera aclararle que entre los paganos estamos muchos que no cedimos a los
cantos de sirena con que embaucaron los banqueros a muchos ciudadanos, o sea,
que no vivimos por encima de nuestras posibilidades. Lo cual, ciertamente, no
nos está eximiendo de contribuir a satisfacer la deuda.
Los dedos se les vuelven huéspedes a usted y a sus adláteres, a la hora
de imponernos sacrificios para que no queden sin cobrar sus banqueros. Fíjese: nos
prestan dinero para que los bancos españoles paguen a los suyos con prontitud. No
les exigen a esos bancos que abonen de
su peculio lo adeudado, como sí hacen ellos con sus morosos, que se quedan sin
casa si no pueden abonar las cuotas de la hipoteca. No, que hemos de ser todos
los que lo satisfagamos, sometiéndonos a un durísimo plan de ajuste. Y nada les
parece suficiente.
Nos obligan a medio desmantelar nuestra sanidad pública, a empeorar las
condiciones de la enseñanza, a restringir gastos en investigación y a mal
atender a los dependientes. Disminuyen nuestros salarios a la vez que aumentan
nuestros impuestos, se facilitan los despidos y se desboca el número de parados
y no hay, como diría Quevedo, uno de nuestros clásicos, calamidad que no nos
ronde.
Y es que, por mor de sus imposiciones, que nuestro Gobierno, obediente,
se esfuerza en cumplir al pie de la letra, la mayoría de los españoles somos
cada vez más pobres. Créame, sin embargo, que ser más humilde no conlleva
transformarse en lelo (por el contrario, existe en España un adagio que enseña
que el hambre aviva el ingenio). Y somos cada vez más los que nos preguntamos
por qué, si no queda otra que devolver el débito bancario, no sacan el dinero
de donde lo hay sin que sea a costa de arruinar al país y de hacer pagar a
justos por pecadores. Así que me permitiré sugerir unas cuantas medidas que podría
usted presentarle como de obligado
cumplimiento al Gobierno de España, en la confianza de que, dados los
precedentes, estos que nos están convirtiendo a todos en súbditos suyos le
harán caso.
(Continuará...)
bravo! me gusta muchísimo, espero seguir leyendo esta carta que refleja perfectamente lo que está pasando, una guerra económica sin fronteras, la tercera, no hay dos sin tres. Espero que llegue a sus manos, aunque me parece difícil.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte.
Es cierto que ella ordena y nuestros gobiernos obedecen, pero ¿por qué? Porque somos débiles, nos hemos puesto en sus manos, poco a poco, durante sucesivos gobiernos de diferentes colores, hemos permitido una expansión económica alocada, el ingreso en una moneda que no estaba bien pensada y una reacción inicial ante a la crisis con un suicida plan-E que no hizo más que endeudarnos.
ResponderEliminarPero Juan, ¿cuál es la alternativa? Sigo leyendo, porque creo que algo propones.