FÉLIX GRANDE (MUY GRANDE)
La grandeza no le venía solo de
apellido. Era poeta y era mucho más. Había trabajado de vinatero, como vendedor
a domicilio de pomadas contra los sabañones, de recitador de casino, y fue
también cabrero. Desde 1983 dirigía la revista Cuadernos Hispanoamericanos,
pero en 1996 un Gobierno del PP lo destituyó, que todos sabemos que lo del PP
viene de lejos.
La preocupación que siempre mostró por su tiempo no le alejó del cuidado
formal. Clásico e innovador, interesado en la música, particularmente el cante
jondo, nada humano le resultó indiferente. Premio Adonáis de poesía (1964),
Premio Nacional de Flamencología (1978), Premio Nacional de las Letras
Españolas (2004), fue uno de nuestros grandes.
Y digo fue porque acaba de
morir. Aunque perdure entre nosotros en sus obras, y cada vez que leamos Blanco spirituals, o Las rubáiyatas de Horacio Martín, o La cabellera de la Shoah , sintamos que
latimos a su compás.
Yo lo recordaré siempre por Persecución,
que supuso, para mí, una vivencia personal. Conocer ese poema y pensar en
llevarlo a la escena, fue todo uno. Supe de su existencia gracias a un amigo
andaluz a quien había acudido en busca de asesoramiento. Preparaba por
entonces, con el grupo de dramatización del IES placentino “Valle del Jerte”, una obra
teatral sobre la xenofobia y el racismo, que finalmente se tituló Un moro frente a mí, en el espejo. Quería
incluir entre sus cuadros alguno sobre la discriminación de que es víctima el
mundo gitano, y el poema de Félix Grande cantado por El Lebrijano me vino como
anillo al dedo.
Cuando, tiempo después, me planteé publicar la experiencia, contacté con
él por medio de un amigo común y le pedí autorización para reproducir el texto.
No solo me la dio, además se tomó la molestia de corregirme errores en que
había incurrido al transcribir la letra directamente del CD. Y, cuando recibió
el libro que le envié, me contestó con estas palabras:
“Madrid
10 de julio 99
Amigo José (sic, soy Juan) Manuel: Gracias por el
ejemplar de `Un moro frente a mí, en el espejo´. Y gracias por incluirme en
esos trabajos. No soy muy optimista sobre la posibilidad de que la bestia
humana, sobre todo cuando se agrupa, caiga en la cuenta de que el racismo es
abyecto. Quizá de la forma en que tú enfocas la guerra contra ese horror –en la
infancia- pueda ser posible dar pasos. Te felicito.
Un
abrazo
Félix”
Solo desde una humanidad tan
grande como la suya me podía dar, él a mí, agradecimientos y felicitaciones. Y
es que era de esos que, por alto que suban, nunca pierden de vista lo que queda
a sus pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario