“LA RIDÍCULA IDEA DE NO
VOLVER A VERTE”, de Rosa Montero
En este libro, que no es una novela
y al que me resisto a calificar de biografía (incluso añadiéndole el adjetivo sentida), Rosa Montero nos habla de
Marie Curie.
Si habitualmente el autor se retrata en su criatura, si se refleja en lo que capta, con mayor motivo
puede decirse eso aquí. Porque, página tras página, la escritora engarza su
vida en la de su protagonista: al tratar de ella, es de de sí misma de quien
trata, en gran medida.
Facilita esa empatía que ambas compartan una circunstancia tan crucial
como la pérdida de sus respectivos cónyuges, Pierre y Pablo. Precisamente, en
el origen de la reconstrucción vital de Madame Curie por Rosa Montero está el
diario que la primera redactó a partir de la muerte de su marido, aplastado
bajo las ruedas de un carro.
Conoceremos a la científica, seguiremos sus descubrimientos, las duras
condiciones de su trabajo, su llamativa inconsciencia –y la de Pierre- ante el
peligro de la radioactividad… Pero a la par, se nos revelarán la pasión o el
dolor que experimenta, su entusiasmo, su capacidad de resistencia y sus
momentos bajos.
Y, por supuesto, las dificultades a que hubo de enfrentarse por su
condición de mujer en un entorno machista. Para estudiar, para investigar
con tareas domésticas a cuestas, para
ser reconocida; incluso en su vida privada, cuando, ya fallecido Pierre, se
enamora de un colega, el mal casado Langovin y es condenada socialmente.
Sucesos o sentimientos, vida profesional o íntima dan pie a numerosas
digresiones. Estas se intercalan de formas diversas. Preceden a un hecho del
que se va a dar cuenta o lo suceden, a modo de reflexión, pero siempre están
bien traídas, no son forzadas, vienen a cuento. Tratan de la muerte, del
sentimiento de culpa, del de ausencia, de la rareza en el existir, de la
pasión, de la creación literaria… Esos comentarios afectan también a menudo al
ser de la propia Rosa Montero y a su circunstancia, de un modo u otro ella
siempre está presente. ¿Habrá un subgénero literario que entremezcle biografía
con autobiografía? Si fuera así, ya sabría cómo clasificar esta obra, porque,
tras su lectura, no sabemos solo de Marie, también la propia autora se nos ha
desvelado.
El estilo, no podía ser de otra
forma, presenta registros varios. Se aprende ciencia (nuclear), o al menos se
atisba, y surgen, entonces, los tecnicismos (“electrómetro piezoeléctrico”); en
las divagaciones que acompañan al bucear en el alma, el lenguaje se vuelve
literario, como en esa lograda comparación entre la llegada inadvertida de la
muerte y el juego infantil del escondite inglés. Y no faltan las expresiones
coloquiales, como esa peculiar interjección -¡guau!- con que festeja algún
aspecto de Madame Curie que le merece admiración.
Me ha gustado leerlo.
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