domingo, 12 de mayo de 2013


UNA HISTORIA PLÁSTICA

La vida da a veces extrañas vueltas y esta que os voy a contar ahora lo es. No reclamo su invención, que no es fantasía, sino realidad. Me la refirió en su casa de La Habana una señora ya entrada en años y, para mayor verismo, le puso nombre y apellidos a su protagonista. Si no los proporciono es solo porque el paso del tiempo ha hecho su labor en mi memoria y los he olvidado.
   Sucedió en la Cuba posrevolucionaria, cuando toda la historia que estaba por venir semejaba a sus gentes un libro en blanco, donde todas las ilusiones podían escribirse.
   Imaginaos –es solo una llamada para que os pongáis en situación, porque existió, fue real- a una muchacha de pueblo, casi analfabeta, (tal vez sobre ese casi), sin trabajo pero con ganas de obtenerlo, que un día se entera de que ofrecen unas ayudas para formarse en algo relacionado con la producción de plásticos. Apenas sabía lo que era un plástico, pero disposición no le faltaba y ya se veía en una fábrica, atendiendo a una máquina de la que saldría una especie de papel transparente, acompañada en ese trajín por un sinfín de obreros como ella.
   Debió de parecerle raro que, como prueba, le pusieran delante un papel y un lápiz y le pidieran que dibujara. Seguramente no entendió qué tenía que ver eso con su futuro empleo, pero también es cierto que, como queda dicho, ella lo desconocía todo sobre el mundo del plástico. Además, descubrió enseguida que pintar se le daba bien. Así  que no tuvo nada de extraordinario que la seleccionaran.
   Salta la liebre donde menos se la espera. A donde la mandaron a prepararse fue a un centro de dibujo. A lo mejor le vieron dotes especiales y por eso la encaminaron a esos estudios. Aunque es más probable que en el principio de todo, ella hubiera confundido plásticos con artes plásticas.
   No se requieren dotes de adivino para saber cómo terminó todo. Y es que hay historias a las que solo las diferencia de un cuento con final feliz el que son reales. Y que no siempre sus personajes acaben comiendo perdices, claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario