lunes, 16 de marzo de 2015

¡MIRA QUE LLAMARSE ALBERT...!

Podía haber sido su nombre Pepe, o Manolo, o incluso Alberto... Pero Albert suena tan a catalán... Van por ahí provocando y, claro, luego pasa lo que pasa. Por ejemplo, lo del delegado del Gobierno (español) en Andalucía, comunidad que, como se sabe, anda inmersa en proceso electoral.
   En el curso de un acto de su partido, y en pleno uso de la palabra, compuso este personaje el gesto grave de quien se apresta a formular una declaración trascendente y a renglón seguido se soltó la melena.
“Lo voy a decir muy claro –se engalló-. Yo no quiero y no me gusta que a Andalucía se le mande desde Cataluña ni que su futuro político lo decida un político llamado Albert”.
   Avispado como debe de ser, a este sujeto no se le pasaría por alto que el nombre de ese líder despide un tufo a catalán de no te menees. Y su partido, Ciudadanos, que compite con el PP por el voto de la derecha, ¡nació en Cataluña!
   ¡Como para no aprovechar, echando mano del sentir anticatalán de parte del electorado!
   ¿Que algún malintencionado vería en ese discurso resabios xenófobos? ¿Que  podía alentar en Cataluña las posiciones antiespañolas? ¡Peccata minuta, mal menor!
   Suele sucederles, a quienes en determinado momento utilizan la cabeza más para la embestida que para el razonamiento, que no miden que, en lugar de menoscabar al adversario, solo consiguen quedar en evidencia ellos mismos. Y cuando después, forzados por las circunstancias y las críticas, no tienen otra que disculparse, sus excusas suenan a todo excepto a convincentes.
“Lamento la confusión con mis palabras. Máximo respeto y admiración por Cataluña. Una cosa es hablar de un partido político y otra de una comunidad autónoma”, escribió en Twitter, horas después de su metedura de pata.
   Se mire por donde se mire, no hay por dónde cogerlo. Porque para meterse con Ciudadanos y con su dirigente... ¿qué hizo, si no fue achacarles su carácter catalán?
   Hubiera resultado más oportuno que alegase que sus manifestaciones habían seguido la estela marcada por su partido, el PP. ¿O acaso sus preclaros mandamases no han enfatizado en fechas recientes con la procedencia catalana de esa organización, pronunciando su nombre en catalán (Ciutadans, que, con chusco error, el inefable Floriano convirtió en Siutadans, Siudatans y Siutatans)?
   Claro que, si lo hubiese recordado, no habría colado (o intentar que colase) eso de la confusión. Por cierto, ¿confusión de quién? ¿Suya? ¿De los periodistas? ¿O, simplemente, de quienes sabemos leer?

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