jueves, 16 de abril de 2015



DONDE NACE EL MUNDO

Caminamos por la albaceteña Sierra del Segura, entre una masa arbórea, cuidando de no resbalar en las acículas caídas de los pinos que nos rodean. Se yerguen innúmero  por todas partes, así en el llano, que se retrae, escaso, como en las laderas de las montañas, verdaderos farallones, agujereados de oquedades. Sube el sendero y nosotros con él, y enseguida la cuesta, muy empinada, se dobla en rudimentarios escalones, de madera a veces, a menudo tallados en roca. Lo que para nosotros es ascensión es descenso para el riachuelo que fluye a nuestro costado y concentra nuestro interés. Salva en ocasiones desniveles con un salto, o se remansa en pozas pequeñas, que llaman con acertada metáfora cazuelitas. Si miramos arriba, todo son cortados verticales de gran altura; y si abajo, sucesiones de montes. El resultado es que parece difícil no sentirse hormiga, y de las pequeñas. Del paredón enorme que limita nuestro frente, sale, hacia su mitad, un chorro escindido en varias colas, un agua que el viento deshilacha cuando se precipita a tierra. Este es el origen del río al que en el súmmum de las hipérboles han dado en llamar Mundo. Nace como parido por la cueva de la que mana, en un parto que dura siglos y no tiene visos de acabar nunca.


No hay comentarios:

Publicar un comentario