APUNTES
ELECTORALES (1)
Se
avecinan debates electorales, que probablemente no vea, o que sólo lo haga
hasta oír el primer insulto. Y no es que sea yo, al predecir el improperio, un
malpensado, de ésos que acostumbran a poner la venda antes de que se produzca
la herida, no. Ando muy escaldado con lo
que nos han regalado algunos dirigentes de la derecha, como para no sospechar,
con fundamento, que lloverá sobre mojado, pues si por separado han proferido
dicterios mayúsculos, qué no harán cuando se encuentren frente a frente con sus
adversarios.
Ojalá no fuera a ser así, y se dejase de
lado el trazo grueso de la carnaza, para centrarse en lo que verdaderamente
debería interesarnos a los electores, es decir, los análisis de la realidad que
hace cada partido en liza, la exposición de las líneas maestras de sus
programas, la valoración crítica que le merecen los oponentes: todo aquello, en
fin, que permitiría al oyente hacerse una idea de qué opción se acomoda mejor con
su idiosincrasia y sus deseos para el país y sus habitantes. Ojala me
equivoque, pero me temo que de eso habrá poco.
Si nos basamos en sus antecedentes, es más
que posible que algunos, supuestamente escudados en la libertad de expresión,
que no en el derecho de la ciudadanía a conocer sus verdaderas intenciones, se
lancen a degüello contra el contrario, convertido en enemigo, y compitan entre
sí en el despropósito del pimpampum. Buscarán más aniquilar que confrontar
ideas, se solazarán en el cuerpo a cuerpo, con argumentos ad hóminem. Enardecer a los electores en lugar de convencerlos con
sus razones, que, para los suyos, alguna tendrán, será su propósito.
A mí, ese espectáculo me parece tan lastimoso
que casi prefiero no verlo. Aunque una virtud sí le reconozco, y ésta es que
pondrá a cada uno en su sitio. Y desde ese punto de vista, tal vez convenga
presenciarlo. Quizá contribuya, por el espanto que provoquen determinadas
intervenciones, a orientar el voto, en el sentido de evitar que las papeletas
favorezcan que quien incurra en tales desmesuras llegue a presidir el gobierno.
Lo que más me molesta es los insultos al contrario. En vez de plasmar el programa que lleva cada uno. Quitan las ganas de votar. Yo no soy de ver y escuchar mitines. Pero el otro día fui a uno y me encantó por lo respetuosos que fueron para los otros partidos. Hablaron de corrupción que de todos es sabido, pero dejaron claro lo que pretenden hacer si ganan. Fue un mitin emocionante. A mítines así se puede asistir. Mucha gente, buen ambiente y pidiendo el voto con respeto a los demás. Un abrazo.
ResponderEliminarParece, en los tiempos que corren, la cuadratura del círculo, pero no, y si para muestra vale un botón, tu testimonio confirma que es posible emocionar sin faltar a nadie. Ojalá se extendiese el ejemplo, Mamen.
EliminarUn abrazo
Lo malo, querido amigo, no son los insultos, las descalificaciones, las mentiras y los "y tú más", con serlo mucho, a los que nos tiene acostumbrados la derecha en este país (y que no me digan que son todos iguales porque lo que en unos es excepción en otros es regla y eso no es lo mismo). Lo realmente malo es que esa estrategia la emplean porque parece darles buenos resultados. Lo terrible es que a muchos de nuestros paisanos y compañeros de urnas el día 28, los insultos les parecen buenos pretextos para votar a un partido.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, esa es la otra cara de la moneda. En realidad, cuando se critica al que basa su posibilidad de éxito en el insulto, esa crítica se extiende a quien recibe esa forma de proceder con parabienes (y votos favorables, en este caso). ¡Qué miedo dan!
EliminarUn abrazo