domingo, 13 de abril de 2014

SEMBLANZA DE  aznar

Si no se tratara de un señor, y fuera yo un chef y él un plato de cocina, no lo vería con otra identidad que la de una patata a la importancia. Y no porque la tenga (la importancia), sino porque él mismo se la otorga, en un ejercicio de generosidad  y autocomplacencia que no conoce de límites.
   Anda por la vida como esos malos actores que se resisten a abandonar la escena. De cuando en cuando, amenaza con volver, como si alguna vez se hubiera salido de foco. En su fuero interno, alimentado por un ego inexplicable, tal vez confunda el rechazo a su protagonismo con ajena cortedad de miras.
   Con un rictus impostado, tan poco natural que invita a no creer nada de lo que pregona, se sitúa en el mundo como vaca sin campano. Y hace a tirios y troyanos blanco de invectivas sin cuento, sin que su mala uva excluya siquiera a los suyos. Desmerece los logros de los otros en tanto pondera con desmesura los propios, aunque solo sean tales a sus ojos. Dotado de una elevadísima conciencia del propio valer, siempre pagado de sí mismo, habla habitualmente como si tuviera algo que decir. Hace inevitable el recuerdo de aquel adagio que enseña que perora más quien mas debiera callar.
   El gesto, adusto, denota perenne enfado con una España que, acaso, no reconoce, la muy ingrata, sus méritos y sus gestas.
   Cuando ríe, gutural y espasmódico, dibuja una mueca que semeja más una muestra de condescendencia para con los demás que pura diversión. Aunque tal vez quiera mostrar un lado humano, por más que de esa forma ponga de relieve una máscara de cartón piedra.
   Me pregunto si se habrá creído hasta tal punto el papel que ha creado para sí mismo que ya no sea capaz de despojarse de su personaje y se vea obligado a ser ese otro, haciendo de su vida una perenne interpretación. En cualquier caso, en su pecado lleva aparejada la penitencia. 

1 comentario:

  1. Juan Manuel, cuando leí esta semblanza me gustó mucho, no sé si en parte se debió a que lo relacionabas con uno de los platos que más recuerdo de mi madre: "las patatas a la importancia".
    Lo cierto es que quise compartirlo y, con un supuesto permiso tuyo, se lo reenvié a algún amigo, introduciendo una pequeña modificación, le cambié el título: Adivina, adivinanza… ¿De quién es esta SEMBLANZA?

    Y alguno lo adivinó, y esto fue lo que me respondió:

    Es político y es histrión,
    la semblanza lo define,
    creyó ser star de cine,
    además de relumbrón.

    Sabíamos que presumía,
    aunque no sé bien de qué,
    tal vez por ser un José
    o por ser una María.

    Es fácil de adivinar:
    idiota donde los haya,
    de natural, un canalla,
    conocido como Aznar.


    Juan Manuel, fue una satisfacción leer tu semblanza, lo ha sido enviarte la adivinanza y, como no hay dos sin tres, ¿te imaginas lo que puede ser compartir unas patatas a la importancia en un sitio que…’las bordan’?

    Un saludo.

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