miércoles, 4 de febrero de 2015

A VUELTAS CON GRECIA, O SEA, CON ESPAÑA

Parece paradójico que entre los países que con mayor denuedo se oponen a que se hagan concesiones a Grecia en el pago de su deuda se encuentre España. Lo digo porque también a nosotros nos asfixia el débito y de los logros del país heleno podríamos beneficiarnos en futuras negociaciones (aumento de los plazos, rebaja de intereses, alguna quita tal vez...).
   Sin embargo, a poco que uno escarbe en sus posibles motivaciones, se dará cuenta de que la posición del Gobierno español no es nada contradictoria. Es más, yo diría que al partido que lo sustenta no le vendría nada bien lo que a los ciudadanos, en cambio, sí nos convendría, esto es, que Europa satisficiese las reivindicaciones griegas (tras las que irían, a renglón seguido, las nuestras).
   Si queréis verificarlo, recurrid, para empezar, a la memoria. Poneos en vuestro propio pellejo, el de quienes hemos soportado una política de austeridad que nos ha recortado la vida para cumplir, punto por punto, las exigencias de los acreedores, encabezados por Alemania. A la experiencia común me remito, por no inventariar una lista interminable de ajustes, que se han cebado en la población más desfavorecida (dependientes, jubilados, parados, jóvenes) o en los servicios sociales básicos (sanidad, educación, vivienda).
   Si Syriza consigue su objetivo, si Europa cede en sus pretensiones de cobrar lo previsto y en los plazos fijados, o las atempera al menos, y puede disponer Grecia de más dinero para aliviar el sufrimiento de sus ciudadanos, ¿en qué lugar quedan quienes, en España, han venido anteponiendo los dictados pretendidamente inamovibles de la Unión Europea a las necesidades de nuestra propia gente? El ejecutivo español ha doblado la cerviz, la nuestra, no la suya, ante los mandatos de los prestamistas sin el menor asomo de queja y sacrificando a quien hubiera que sacrificar.

   En el envite griego no es solo Grecia lo que está en juego. Es toda una política la que está sobre la mesa, la de la sumisión y la entrega. Como antes se decía, al Gobierno español y a su partido, ¡que Dios los coja confesados, y más en año electoral! Con el culo al aire, ya están.  

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