lunes, 11 de julio de 2016

EL OPOSITOR INGENIOSO

Yo no viví esta historia, y por tanto no puedo certificar de primera mano que sucedió; sin embargo, voy a contarla como si efectivamente fuera cierta. Parece imposible, pero no seré yo quien ponga topes al ingenio humano, que de continuo me sorprende saltándose límites que tenía por infranqueables. La experiencia que me dan los años me ha enseñado, además, a desconfiar de la rigidez de las fronteras que separan la realidad de la ficción.
   Me refirió la anécdota un compañero que la situaba en el contexto de unas oposiciones. Lo que no consigo recordar es si había sido miembro del tribunal o si hablaba como mero transmisor de lo que escuchara. Cabe, incluso, la posibilidad de que todo fuera fruto de su invención.
   En su relato, un opositor había advertido a los examinadores de que iba a desarrollar de una forma muy peculiar el tema que le habían tocado en suerte  –la narrativa contemporánea hispanoamericana, si la memoria no me falla-. La originalidad consistiría en que, lejos de centrarse donde cualquiera esperaría que lo hiciese, esto es, en personalidades literarias y tendencias reconocibles, se dedicaría a sacar del anonimato a figuras cuya genialidad era habitualmente ignorada por los manuales literarios. Tras ese preámbulo, comenzó a perorar ante un tribunal un tanto sorprendido ya desde un principio por lo inusual del enfoque.
   Enseguida llamó la atención de sus miembros el enciclopedismo del aspirante a profesor. Asistían, atónitos, a una inopinada lección, transmutados en aprendices de un saber tan fuera de lo común. De la boca de aquel individuo salían atropelladamente autores, títulos de obras, argumentos apenas pergeñados, análisis que culminaban en valoraciones. A bote pronto, seguro que a más de uno de los examinadores, si no a todos, le dio por pensar en cuánto desconocía de la letra pequeña de la historia de la literatura de allende los mares.
   Agotado que hubo su tiempo, fuese el interfecto, no sin dejar a quienes habían de puntuar su exposición sumidos en el asombro. En el cónclave que siguió, alguien hubo de adelantarse a verbalizar su desconcierto, a solicitar, tal vez, a los demás que llenasen el vacío que, en cuanto a los datos recién escuchados, reinaba en su mente.
   Imaginad su estupefacción, y la de los interpelados, cuando se supo que a nadie sonaba ninguno de los nombres que habían sido citados. Tampoco comparecían en las historias de la literatura que consultaron, por exhaustivas que fueran, ni en la memoria o la bibliografía de ilustres colegas, expertos americanistas. De aquella pléyade de escritores secundarios no había quedado más huella que la evocación oral del opositor. Así de fugaz había sido su existencia.

   Creo que yo lo habría calificado con un 10… si hubiera concurrido a una plaza como actor y el ejercicio que se le demandara hubiera sido una improvisación… 

2 comentarios:

  1. Yo le hubiera puesto un 10 también en la oposición. Si es capaz de hacer eso con escritores desconocidos o inventados, Qué no podrá hacer explicando a Vargas Llosa, García Márquez o Bryce Echenique.
    Muy buena la anécdota. Se non è vero, è ben trovato.
    Un beso.

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    1. ¡Lástima, amiga Rosa, que no exista ninguna asignatura de literatura inventada en el currículo de bachillerato...! El individuo antedicho se la habría llevado de calle...

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