domingo, 11 de junio de 2017

OTRA DE REALISMO MÁGICO (CARPETOVETÓNICO)

Suma y sigue en la mojiganga nacional.
   En esta ocasión, los protagonistas fueron la Virgen del Rosario y un cargo público  insospechado, José María González, Kichi, alcalde de Cádiz. Ella, por haber sido condecorada con la medalla de Oro de la ciudad; él, por hacer que tal distinción fuera posible al aunar los votos de su grupo con los del PP, autor de la propuesta, cómo no; y con los del PSOE y Ciudadanos, que también se posicionaron a favor.
   Habituado como está uno a noticias de semejante calibre, debería no asombrarse porque se produzca otra. Pero el respingo que di cuando la leí iba más allá de la extrañeza. Me había dejado atónito que “Cádiz sí se puede” y Kichi, su cabeza de lista, apoyaran una moción como aquélla.
   Confieso, sin embargo, que aún había de quedar más perplejo después del argumentario con que Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, líderes de Podemos a nivel nacional, se apresuraron a justificar la actitud política de su compañero de partido. Atribuye el primero a la citada Virgen “carácter de dignidad popular”, “tan vinculada a las cofradías de pescadores, no va unida al conservadurismo que nos podría parecer desde fuera”. Y nos alecciona: “Los urbanitas de izquierda tenemos que aprender a respetar esas tradiciones tan arraigadas en el pueblo”.
   Monedero no se queda atrás. Se mete en disquisiciones acerca de la “Virgen de los humildes” y dice de ella cosas como que: “aun siendo cierto que trabaja más tiempo para los poderosos que para los pobres, ayuda a que los golpeados imaginen la vida un poco menos miserable. Y eso, nos guste más o menos, hay que respetarlo”. Kichi “hace bien en escuchar al pueblo en el momento concreto que vive el pueblo, que es el de ahora. Porque en un mundo emancipado es verdad que no habrá dioses ni vírgenes o habrá miles. Pero mientras tanto, gobernamos para el pueblo que está ahí. Y gobernamos sabiendo que no es lo mismo el poderoso que el humilde, aunque coincidan en algunos sitios. Kichi no es el alcalde de mañana. Es el alcalde de hoy. Y qué bueno que lo tiene claro. Y además, sin la ayuda de la virgen, porque dios nunca abandona a un buen marxista”.                          
   Vaya, vaya…
   Y a mí que me parece que no se trata de una cuestión de respetar tradiciones y de ajustarse a la mentalidad actual del pueblo… Que el tema, por más que se escamotee, es que una corporación municipal (por cierto, no al completo: los 2 concejales de Izquierda Unida se abstuvieron) ha premiado con la medalla de Oro de la ciudad a una Virgen. El principio de no confesionalidad del Estado, ¿es de validez universal o ha de aplicarse –o no- dependiendo de quién sustente determinada creencia?
   Y esas referencias al pueblo… ¡hay tanto reduccionismo en ellas, tanta simplificación! Tal se diría que en el imaginario de Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero es un todo sin fisuras, uniforme, sin la diversidad que lo alienta. En Cádiz, habrá católicos que no practiquen la devoción mariana. Me resisto a pensar que todos sean fieles seguidores de la Virgen del Rosario, que no viven de otra manera su religión. Y luego estarán los agnósticos, y los sindiós. Y seguro que no faltan musulmanes, evangelistas, judíos… ¡El pueblo!

   Por mucho empeño que se ponga, no hay forma de cuadrar un círculo. O de volver acierto lo que fue metedura de pata. Pasa como con ése que, al caer en arenas movedizas, cuanto más se agita por salir de ellas, más se hunde.

4 comentarios:

  1. Enormemente acertado tu comentario, Juan. Eso de confundir lo que está bien con lo que me conviene, como nos advertía Serrat, es algo sumamente extendido. Lo malo es que estos iluminados de nuevo cuño están por encima de dios, de la virgen y del pueblo y deciden en cada momento, lo que les conviene a todos ellos. A los agnósticos nos indigna por incoherente y entre los católicos no creo que les proporcione muchos adeptos...en fin.
    Un beso.

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    1. A mí, con parecerme mal el hecho, aún peor me sienta su justificación, ese revestimiento teórico de una sinrazón.
      Cosas veredes...
      Un abrazo de los fuertes, Rosa

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