sábado, 7 de diciembre de 2019

LOS MANTRAS DEL INDEPENDENTISMO CATALÁN (3)

No judicializar la vida política, que los conflictos de esa índole no se sustancien en los tribunales.
   Paradójicamente, esa aseveración se vuelve como bumerán contra sus partrocinadores. Porque quienes aprueban leyes de desconexión con el resto de España, declaran unilateralmente la independencia o convocan referendums sin estar facultados para ello, se saltan a la torera las leyes y dan a los jueces espacio para intervenir. Con el agravante de que lo hacen desde las instituciones, que no sólo los representan a ellos. Así pues, el secesionismo no es ajeno a judicializar la cuestión, es, más bien, causante de que el procés entre en vía penal y está, no por su ideario, sino por su forma de actuar, en el principio de esta espiral que, ciertamente, no va a resolver ningún problema.
   Se enjuicia y reprime la libertad de expresión, denuncian. Pero eso casa mal con lo que ocurre. A nadie se le ha represaliado por exponer en público sus planteamientos independentistas: hacen declaraciones, incluso los presos; la radiotelevisión catalana dice y dice; en manifestaciones públicas se muestra una oposición frontal a la sentencia del procés. Un día sí, y al siguiente también, el President se enciende y enciende a sus partidarios con proclamas que desafían cualquier sentido de la medida (incluido el sentido común), que debería imperar siempre en un mandatario. Y todos se expresan sin cortapisa alguna.
   ¿Existe un conflicto político en Cataluña, como dicen? Es innegable, desde el momento en que una parte importante de la ciudadanía se quiere fuera de España. Pero hay más. Ese sector manda en las instituciones, pues, aunque no sea mayoritario, ha contado a su favor con un sistema electoral no estrictamente proporcional, en virtud del cual, aun obteniendo menos votos, disponen de más diputados en el Parlament. Y hacen un uso torticero de esos poderes. Desde el Govern, por ejemplo, ignoran totalmente a quienes no piensen como ellos, condenados a la invisibilidad en su propia tierra. Oír al ejecutivo supone llegar a la errónea conclusión de que Cataluña en pleno abraza las tesis independentistas.
   Y así el conflicto político adquiere una doble dimensión. No sólo se sitúa entre el secesionismo y el Estado español: antes de nada, se localiza entre los propios catalanes, instalados en una crisis de convivencia que parece no tener fin. 

2 comentarios:

  1. Realmente el mayor problema lo tienen entre ellos y lo difícil, más que la convivencia de Cataluña con el resto de España es la convivencia entre catalanes.
    Hablar de presos políticos es muy fácil y goloso en un país que los tuvo a cientos y aún se avergüenza de ello (o eso quiero creer). La vergüenza es una buena coartada para ciertos intereses. Efectivamente, no están en la cárcel por lo que piensan sino por lo que hicieron en contra de las leyes y la Cosntitución. Lo vergonzoso es que hayan estado dos años en prisión preventiva, sin ser juzgados, mientras hay tantos mangantes ya condenados, que no entran en prisión mientras no se resuelven los recursos.
    Me había perdido estos artículos tan interesantes. Tanto viaje...
    Un beso.

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  2. A los mangantes, lo primero que habría que exigirles es una fianza al menos igual al importe de lo sustraído. Y, mientras no la abonen, que no sean suyos los días...
    Un abrazo fuerte

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