martes, 17 de diciembre de 2019


LOS MANTRAS DEL INDEPENDENTISMO CATALÁN  (y 4)

Dar la voz al pueblo, votar es lo democrático.
   Me parece un asunto peliagudo éste. Aunque válido como principio general, hay situaciones que a mi entender exigen matizaciones. No pienso que siempre haya que acudir a las urnas para obrar según opine la gente. Me opondría sin ambages, por ejemplo a recurrir a un referéndum sobre la posibilidad de instaurar la pena de muerte en el código penal. O a otro que buscase revertir la ley contra la violencia de género o la de memoria histórica.
   Además, en Cataluña ya se vota sobre la independencia. Los partidos independentistas se presentan, y punto básico de sus programas es justamente la secesión. Pero no alcanzan un número de sufragios superior al de sus oponentes, que se consideran catalanes a la vez que españoles. Y, claro, están lejos de obtener una mayoría cualificada, que debería ser exigida para aspirar a un cambio como el que reivindican.
   Con todo, supongamos que el plebiscito se celebra. Pongámonos en el caso de que lo ganan los partidarios del statu quo actual (aunque fuese con alguna modificación). ¿Renunciarían los separatistas a sus planteamientos? ¿Se conformarían o empezarían a pensar ya en reclamar otro referéndum en un futuro más o menos próximo?
   Situémonos ahora en el caso contrario. Imaginemos que vencen los soberanistas y se constituye el Estado catalán. Ese nuevo escenario, ¿sería reversible en el futuro? ¿Le cabría a un sector de la ciudadanía la opción de reclamar, pasado un tiempo, otra consulta para que Cataluña volviera a ser parte de España? Los sueños, sueños son, que diría Calderón… Y es que hay en esa exigencia del referéndum un desequilibrio, una desigualdad que beneficiaría a unos en contra de los otros.
   Luego está el resto de España. ¿Acaso no tiene nada que decir? Si los dirigentes independentistas se encontrasen al frente de un Estado catalán y una parte de los barceloneses, por ejemplo, quisiera que Barcelona se fuera, ¿se les reconocería el derecho a decidir?
   Las verdades más elementales no son a veces tan verdaderas. Ni, sobre todo, tan elementales o faltas de complejidad…

2 comentarios:

  1. En cualquier escenario que nos situemos, alguien sale perdiendo y es un alguien bastante numeroso. Lo que demuestra que no se puede hacer nada por la fuerza, venciendo al otro o haciéndole claudicar. hay algo que se llama negociación, llegar a acuerdos, pactar... algo a lo que en este país no estamos acostumbrados. O el otro es un primo y le engañamos o los primos somos nosotros y nos engañan. Con esa mentalidad no se va a ninguna parte.
    Un beso.

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  2. Previamente, habría que pensar que Cataluña no tiene, por más empeño que ponga el independentismo, una única voz. Y a la hora de negociar, habría que considerar que los interlocutores catalanes son múltiples, no sólo uno... Y que los referendums son mucho más complejos que como, interesadamente, suelen presentarse, sobre todo si lo que se dirime es la secesión.
    Un abrazo fuerte y que 2020 nos traiga solidaridad y lecturas

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