jueves, 26 de diciembre de 2024

GAZA, UN GENOCIDIO QUE NO CESA


Un ejército ocupa todos los espacios de Gaza. Los cuatro puntos cardinales saben de él, ninguno se libra de su presencia. 45.000 efectivos lo componen cuando aún no ha terminado diciembre de 2024, pero a medida que avanzan los días ese número no para de incrementarse. Desmembrados y sangrantes los más, o reducidos por el hambre y la sed hasta constituirse en pálido reflejo de sí mismos, sus componentes a nadie infundirían miedo. No sólo porque buena parte son niños, que, en lugar de abrir los ojos para descubrir el mundo, los desencajaron ante el horror. Es que, además, sin haber emprendido batalla alguna, todos, familias enteras, han sido derrotados, están muertos. Y, sin embargo, los vencedores ignoran que el poder de estos desdichados radica, precisamente, en su condición de víctimas. No portan balas o bombas como las que los mataron, nunca las llevaron consigo; pero tienen, no obstante, más allá de la vida, mejores armas que enfrentar al asedio o la metralla que terminaron con su existencia: sus historias, inacabadas, una tras otra, por el Estado de Israel. ¿O acaso no nos conmoverán, no nos indignarán esas biografías truncadas, tantas ilusiones rotas? ¿No son suficiente motivo para moverse, para llenar calles y plazas, exigir el cese de la matanza y aislar y conducir ante el Tribunal Penal Internacional a los verdugos, ésos que, cuando hablan de animales humanos para referirse a los palestinos que masacran, lo dicen situados ante un espejo que los refleja?


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