lunes, 24 de noviembre de 2014

EL DESAHUCIO DE LA SEÑORA CARMEN

Fue una noticia que me humedeció los ojos y me revolvió la mente. Desalojaron a una anciana de 85 años el viernes pasado de su piso en Vallecas (Madrid). Su hijo  lo había aportado como aval para que un prestamista privado le concediera un crédito, que hasta el momento no había conseguido pagar.
   Ella es la señora Carmen. Un reportero la había fotografiado poco antes de que la hiciesen abandonar su vivienda. Se la ve en ropa de casa, como si no fuesen a echarla de un momento a otro, encorvada, con un bastón, la cara llena de arrugas, de aristas y de pena. Seguramente no entendía nada, le sería imposible creer que alguien pudiese comportarse así. Decía que había pedido a sus amigas que fuesen a la iglesia y rezasen por ella; que había trabajado toda su vida en el campo y como limpiadora y percibía la pensión mínima... Confieso que al contemplarla me entraron ganas de abrazarla.
   En la calle, decenas de personas solidarias protestaban, una fue detenida. Había mucha policía, siete u ocho furgones. Podría parecer desproporcionado ese despliegue, pero según cómo se mire. Nunca se sabe cómo va a responder la población ante una injusticia como la que se iba a perpetrar.
   Me llamó la atención que algunos agentes fueran embozados o con los rostros apenas perceptibles tras la visera de sus cascos. Un mando impidió al periodista que lo fotografiara. Yo imagino que querían protegerse, pero no de posibles agresiones futuras, sino de la vergüenza. Debe de ser terrible que te vea un hijo, un vecino, en semejante actuación. Incluso supongo que no será fácil encararse  uno a sí mismo así en  un periódico.
   Aunque quienes más oprobio tendrían que sufrir no estaban allí. Faltaban actores en este drama. Quienes iban a quedarse con el piso, desde luego. Pero también otros. Se estaban aplicando unas leyes que alguien instauró y que nadie cambió, y que penden como espada de Damocles sobre los más débiles. Quienes las ampararon con su voto o las toleraron con su silencio deberían formar parte de la comitiva judicial. Así podrían asomarse a los ojos a la señora Carmen y sentir adónde conduce su política.
   Yo confieso que deseé que venga cuanto antes esa España de la rabia y de la idea que tanto se está haciendo esperar. 

2 comentarios:

  1. No me vienen a la cabeza otras palabras más que INDIGNACIÓN y RABIA. ! Qué país !

    ResponderEliminar
  2. Pasaron unos cien años, pero una España, cada vez más de charanga y pandereta, nos sigue helando el corazón. ¿Por cuanto tiempo más?

    ResponderEliminar