domingo, 16 de abril de 2017

INMIGRANTES: MUERTES QUE NO CESAN

Recientemente se ahogaron 97 personas en aguas de un Mediterráneo encrespado. Eran hombres, mujeres y niños subsaharianos. Habían salido de la costa libia en busca de Europa.
   No se contaba esa tragedia en la primera página del periódico donde la leí. Acaso piense el equipo de redacción que pierden relevancia informativa sucesos que se repiten. Ya sabéis: lo llamativo no es que un perro muerda a su dueño, sino que el amo haga presa en el can.
   Pero en este caso (en estos casos) la noticia no deja de serlo porque se reitere. Por el contrario, su trascendencia aumenta precisamente debido a la frecuencia con que se produce. No puede aceptarse como normal sólo aquello que es corriente que ocurra. Porque lo anómalo es que sucedan una y otra vez esos naufragios. Que día tras día se pierdan tantas vidas, ésa es la verdadera novedad, que debería abrir todas las portadas y sacudir las conciencias.
    Pretenden alcanzar Europa los migrantes y caen en manos de las mafias. De esos individuos que se aprovechan de la desesperación que nace de la necesidad o del pánico; malas personas, delincuentes que obtienen sus beneficios a costa de la desgracia ajena, gentes sin ética ni escrúpulos, que embarcan hacia un destino incierto a quienes lo dan todo –“todo”, qué palabra más engañosa, que encubre lo poco que les queda- por dejar atrás el hambre, o la persecución, o la guerra. Escapando de la muerte, se encomiendan sin saberlo a los que pueden acabar en sepultureros.
    Las mafias...Parece un juego siniestro, de malvados y de buenos, donde asoma el lado más perverso del ser humano, encarnado en unos pocos traficantes.

   Y, sin embargo, quién dice que son ellos los únicos malos de esta desgraciada historia. No estarían ahí, al acecho, de no ser por otros. ¿Existirían si Europa fuese más solidaria con los que vienen, o con quienes se quedan en sus países? ¿Habría traficantes si no hubiera mercancía con la que traficar?

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