jueves, 17 de enero de 2019


VOX Y LA SANTA ALIANZA

A mí, como a muchos españoles, me desasosiega la irrupción de la extrema derecha en el parlamento andaluz, 12 diputados, aupados por cuatrocientos mil sufragios. Porque veo lo que significa, de vuelta a un pasado que solamente debería ocupar un lugar en la memoria del mal recuerdo.
   Pero aún me preocupa más la postura adoptada por el Partido Popular y secundada por Ciudadanos. De un lado, pactan con los ultras (PP) o aceptan ese contubernio (Cs) y se benefician de que los apoyen. Así, en lugar de establecer un cordón sanitario que los aísle, de considerarlos un problema para la democracia, revelando sus falacias y alertando de su peligrosidad, los suben a un pódium y los hacen más visibles. Llegan a acuerdos con el diablo para desbancar al Partido Socialista, que fue la fuerza más votada, del gobierno de Andalucía. Y ese diablo, en tanto, ni siquiera se ha molestado en blanquear un poco la patita, para disimular su catadura retrógrada. Ahí está, tratando de eliminar derechos que tanto ha costado obtener, o de evitar que se implementen, como es el caso, por poner algunos ejemplos, de la ley contra la violencia de género (no quieren una normativa especial que proteja a la mujer, ¡con la que está cayendo!), la de memoria histórica (que busca una reparación para las víctimas del franquismo, aún enterradas en las cunetas, y la desaparición de símbolos que pretendan dignificarlo), reniegan de la descentralización del Estado y de competencias autonómicas, se manifiestan ferozmente contra la llegada de inmigrantes...
   Pero si peligroso es tratar a ese partido como uno más, dotándolo de una apariencia respetable por pura conveniencia, peor aún lo es extremar el discurso propio para competir con él. Aunque, ciertamente, poco sacrificio les supondrá. A la derecha posfranquista española siempre le ha faltado un hervor… democrático. Es de por sí un tanto reaccionaria en sus postulados: sin forzar la marcha, no le faltan coincidencias con Vox. Y cuando alardea de mostrarse sin complejos, tal cual es, esos puntos en común se vuelven más notorios.
   Es mucho lo que está en juego. Así lo han comprendido muchas mujeres, las primeras en salir a la calle frente a esa santa alianza que compromete sus derechos. Un primer paso para que el tiro le salga por la culata.
   Me sumo, a ése y a otros que vendrán...

2 comentarios:

  1. Es desolador lo que está sucediendo. En Francia pacta la derecha con la izquierda para bloquear a los de extrema derecha. Aquí, los que se llaman de centro derecha están encantados de poder echar a los socialistas aliándose con quien haga falta. Claro que, cómo bien dices, tampoco hay muchas cosas que les separen.
    El sin complejos en realidad significa sin pudor, sin vergüenza, sin recato: digo lo que me da la gana, sea verdad o mentira y algo quedará.
    Lo dicho: desolador.
    Un beso.

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  2. Ahí están, así estamos... Ojalá se constituyan en revulsivo que acabe con la pasividad de muchos...
    Un abrazo fuerte

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