VOX
Y LA SANTA ALIANZA
A
mí, como a muchos españoles, me desasosiega la irrupción de la extrema derecha
en el parlamento andaluz, 12 diputados, aupados por cuatrocientos mil
sufragios. Porque veo lo que significa, de vuelta a un pasado que solamente
debería ocupar un lugar en la memoria del mal recuerdo.
Pero aún me preocupa más la postura adoptada
por el Partido Popular y secundada por Ciudadanos. De un lado, pactan con los
ultras (PP) o aceptan ese contubernio (Cs) y se benefician de que los apoyen.
Así, en lugar de establecer un cordón sanitario que los aísle, de considerarlos
un problema para la democracia, revelando sus falacias y alertando de su
peligrosidad, los suben a un pódium y los hacen más visibles. Llegan a acuerdos
con el diablo para desbancar al Partido Socialista, que fue la fuerza más
votada, del gobierno de Andalucía. Y ese diablo, en tanto, ni siquiera se ha molestado
en blanquear un poco la patita, para disimular su catadura retrógrada. Ahí
está, tratando de eliminar derechos que tanto ha costado obtener, o de evitar
que se implementen, como es el caso, por poner algunos ejemplos, de la ley
contra la violencia de género (no quieren una normativa especial que proteja a
la mujer, ¡con la que está cayendo!), la de memoria histórica (que busca una
reparación para las víctimas del franquismo, aún enterradas en las cunetas, y
la desaparición de símbolos que pretendan dignificarlo), reniegan de la descentralización
del Estado y de competencias autonómicas, se manifiestan ferozmente contra la
llegada de inmigrantes...
Pero si peligroso es tratar a ese partido
como uno más, dotándolo de una apariencia respetable por pura conveniencia,
peor aún lo es extremar el discurso propio para competir con él. Aunque,
ciertamente, poco sacrificio les supondrá. A la derecha posfranquista española
siempre le ha faltado un hervor… democrático. Es de por sí un tanto
reaccionaria en sus postulados: sin forzar la marcha, no le faltan
coincidencias con Vox. Y cuando alardea de mostrarse sin complejos, tal cual es, esos puntos en común se vuelven más
notorios.
Es mucho lo que está en juego. Así lo han
comprendido muchas mujeres, las primeras en salir a la calle frente a esa santa
alianza que compromete sus derechos. Un primer paso para que el tiro le salga
por la culata.
Me sumo, a ése y a otros que vendrán...
Es desolador lo que está sucediendo. En Francia pacta la derecha con la izquierda para bloquear a los de extrema derecha. Aquí, los que se llaman de centro derecha están encantados de poder echar a los socialistas aliándose con quien haga falta. Claro que, cómo bien dices, tampoco hay muchas cosas que les separen.
ResponderEliminarEl sin complejos en realidad significa sin pudor, sin vergüenza, sin recato: digo lo que me da la gana, sea verdad o mentira y algo quedará.
Lo dicho: desolador.
Un beso.
Ahí están, así estamos... Ojalá se constituyan en revulsivo que acabe con la pasividad de muchos...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte