domingo, 6 de enero de 2013


MEMORIA CREATIVA

Dos comentarios al primer artículo de este blog (Ver CROACIA, DE VUELTA-1) me animaban a que incluyese alguna fotografía de aquel viaje a tierras dálmatas. Estuve tentado de responder como el poeta ciego Max Estrella cuando se dirige a La Lunares en la obra “Luces de Bohemia” y le dice: “Las cosas que puedo tocar, para qué quiero verlas”.
   Quería significar que las palabras aventajan a las imágenes en la transmisión de sugerencias y emociones. Pero cuando fui a “Luces de Bohemia” a corroborar la literalidad de la cita, no encontré esa frase en ningún momento de la conversación entre los dos personajes. ¡Estaba enmendándole la plana a Valle-Inclán!
   A la vista de esta fantasía de la memoria, me dio por pensar, todavía perplejo, en la fiabilidad de los recuerdos, y me entró el vértigo. ¿Y si eso mismo me (nos) sucediese con todo lo demás, con la vida anterior, con nuestra propia biografía? Nos estaríamos reinventando, re-construyéndonos en cada uno de nuestros recuerdos, haciendo de nosotros mismos personajes casi literarios. Seríamos criatura y creador a un tiempo. Porque también asumiríamos el papel que Vargas Llosa atribuye al escritor, para quien la memoria es “el trampolín que dispara la imaginación en su vuelo impredecible hacia la ficción”...

Post scriptum: Disculpad que os meta en estos jardines.

1 comentario:

  1. Yo siempre he estado convencida de que novelamos nuestros recuerdos, aprovechándonos de nuestro papel de narradores para suavizar nuestros posibles errores y justificarlos, y de que lo hacemos (mayoritariamente, que siempre hay excepciones) de manera inconsciente, pero constante.

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