lunes, 6 de octubre de 2014

LA TELEVISIÓN QUE ERA DE TODOS

Aún me acuerdo de la indignación que me produjo una medida adoptada por el PP nada más iniciar la legislatura. A ese enfado seguirían muchos más, que son Rajoy y los suyos pródigos en darnos disgustos a los españoles. Sin embargo, ninguna de sus fechorías consiguió que olvidase aquella, que fue de las primeras. Y difícil me pusieron caer en la desmemoria, pues ahora mismo están reincidiendo en el despropósito de entonces.
   Era un recorte, sí., pero no de los que, con posterioridad, afectaron a nuestros bolsillos o las prestaciones de los servicios públicos, que entre todos costeamos. Lo que se amenguaba con esa norma era la calidad democrática: en eso, en democracia, se ahorraba, se aplicaba la poda.
    Y así fue que, en adelante, a la dirección de radiotelevisión española ya no la elegirían los dos tercios del Congreso de los Diputados,  con la mitad más uno sería suficiente.
   La diferencia es sustancial. Una mayoría reforzada, como la que se exigía en la legislatura anterior y el PP derogó, obligaba al consenso y descartaba, o al menos dificultaba, la designación partidista de quien estuviera al frente del ente público. El acuerdo para nombrarlo pasaba necesariamente por la búsqueda de un personaje con marchamo de neutralidad. El criterio no sería Este es de mi cuerda, sino Con que sea objetivo me basta, o sea alguien del que se espere que a priori no beneficiará ni buscará las vueltas a nadie.
    Está visto que esas razones no satisfacían al Partido Popular, él sabrá por qué, y, ¡ay!, muchos con fundadas sospechas lo maliciamos. Es el caso que, ungidos con su mayoría absoluta, hicieron como si no existieran más votos que los suyos. A partir de ahí, nuevos cargos sustituyeron a profesionales de reconocido prestigio y puede que sea pura casualidad, pero se han sucedido pérdidas millonarias de audiencia y una que otra acusación de parcialidad informativa.
   La cuestión es que su director general acaba de dimitir. ¿Volverá el PP a do solía? ¿Hará de nuevo uso de su mayoría parlamentaria para imponer a su candidato? Si mal estuvo que lo hiciera antes, peor sería aún ahora, cuando, según todas las encuestas, de celebrarse elecciones, se le esfumaría la ventaja numérica con que cuentan. Pero, en tratándose de esta tropa, cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras…

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